Espartaco fue un hombre tracio que pasaría a la historia por dirigir una gran revuelta de esclavos logrando reunir a más de 100.000 hombres que desafiaron al Imperio romano. Esta es la historia de nuestro personaje histórico.
Sus orígenes se remontan al sur de Bulgaria por el año 100 a.C. Espartaco pertenecía a la tribu de los Medos, asentada entre Macedonia y Tracia. No nació guerrero pero su destino quiso que así fuera. Desde su juventud tuvo dos opciones, ayudar y luchar por Roma o ver como las legiones hacían arder su poblado.
Al igual que muchos otros escogió la primera y se integró en las filas del ejército romano librando sus batallas. Los romanos preferían que Espartaco y el resto de tracios fueran en primera linea e hicieran el trabajo sucio mientras que las legiones cargaban en segunda posición. Según cuentan, fue durante su etapa como soldado de las tropas auxiliares de Roma cuando Espartaco comenzó a dominar el arte del combate y adquirir conocimientos de táctica y estrategia militar.
De tracio libre a gladiador esclavo
Las exigencias de los romanos eran cada vez más altas y llegó un día en el que nuestro personaje histórico se negó a seguir enfrentándose a otras tribus de la región que no mostraban lealtad al imperio. Desertó y pese al intento de escapar junto a su esposa, ambos fueron capturados y vendidos posteriormente como esclavos. Sus vidas ya no valía nada, eran mera mercancía.
Espartaco separado de su mujer, fue vendido a Léntulo Batiato, el propietario de una escuela de gladiadores ubicada en Capua. Su presencia física fue lo único que le separó entre dedicarse a la servidumbre de cualquier adinerado a luchar por su vida en un espectáculo sangriento ante cientos de espectadores. Su progresión fue muy superior a la esperada, era una máquina de matar que superaba cada reto al que se enfrentaba en el Coliseo.
Pan y circo para el pueblo, miles de romanos se congregaban en las arenas o los famosos circos romanos para ver todo tipo de espectáculos como combates de gladiadores o las carreras de carros. En ese contexto, Espartaco se convirtió en toda una leyenda.
No solamente daba miedo a todo el que se le enfrentara, pronto sus compañeros gladiadores encontraron en él una figura a la que seguir, un líder. Confiaron en él, los gladiadores superaban en número y en habilidad a la escasa guardia que aseguraba el orden de la escuela. Por ello, los esclavos soñaron con escapar y trazaron un plan.
Una fuga, una rebelión
En el año 73 a.C alrededor de 200 esclavos trataron de escapar de la escuela de gladiadores. El ideólogo del plan fue Espartaco, secundado por otros gladiadores de renombre como Gannicus, Enomao o Crixo «El galo invicto». A pesar de pillar por sorpresa a los guardias, solo 74 de los 200 gladiadores consiguieron escapar.
Aunque menos de la mitad huyeron de Capua, fue todo un éxito. Se corrió la voz, gladiadores y esclavos de otros lugares se unieron a ellos, también asaltaron un convoy liberando más esclavos. La revolución progresaba y los romanos los subestimaron enviando una brigada de soldados que los rebeldes aniquilaron. Espartaco y el resto de gladiadores trataron de sabotear y saquear los puestos romanos haciéndose con provisiones, armas, caballos y refugiándose en el monte Vesubio.
La guerra y las batallas más importantes del ejército de Espartaco
Los combates se saldaban con victoria rebelde y la revuelta ganaba adeptos con el paso del tiempo. En la Batalla del Vesubio, 3.000 romanos al mando de Cayo Claudio Glabro sucumbieron en el combate debido a una mala planificación táctica de los romanos. Espartaco y los suyos saquearon Nola, Turios o Nuceria entre otros lugares pero, a pesar de los esfuerzos por ser disciplinados y organizados, pronto surgieron diferencias entre los líderes de la revuelta.
Por un lado, Crixo, los galos y los pobres romanos que se habían unido eran partidarios de enfrentarse a Roma hasta el final. Querían vencer a Roma. Por otro lado Espartaco prefería huir de Italia, buscar una mejor vida lejos del inmenso imperio.
Ambos grupos no fueron capaces de ponerse de acuerdo por lo que tomaron caminos diferentes. En el caso de los primeros, su destino fue la aniquilación en el monte Gargano.
Espartaco siguió tratando de liberar tanta gente como fuese posible y a través de intervenciones bien planificadas, asestar golpes a Roma aceptando las batallas que le interesaba librar y rehuyendo las que no eran de su interés.
En la Batalla de Módena venció, en la Batalla de Samnio venció. Las victorias subían la moral del ejército esclavo y les alejaba de su salida de la península. Pero Roma estaba harta, el general Cneo Pompeyo regresó desde Hispania y el lugarteniente de Macedonia Licinio Lúculo desde Macedonia.
La batalla final de Espartaco
En el año 71 a.C las fuerzas de Pompeyo, Lúculo y Craso se habían preparado para derrotar al ejército de esclavos desde tres flancos. Espartaco estaba apunto de librar su última batalla, la Batalla del Río Silario.
«La victoria me dará bastantes caballos de entre los enemigos, y si soy derrotado, ya no lo necesitaré»
Espartaco 71 a.C
La superioridad romana se hizo notar en un combate en el que 60.000 de los 80.000 esclavos liderados por nuestro personaje histórico perecieron. De esta manera, las legiones romanas sofocaron la revuelta definitivamente. El cuerpo de Espartaco nunca fue encontrado.
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